«To the Moon»: to the heart
‘To the Moon’ es un videojuego indie cuya escasa duración se ve recompensada por una historia conmovedora y una excelente banda sonora.
Los doctores Eva Rosalene y Neil Watts tienen un trabajo bastante singular: se dedican a darles a las personas una segunda oportunidad de recordar la vida que les habría gustado vivir, pero no pudieron. Estos doctores forman parte de una empresa llamada Sigmund Corp. dedicada a implementar en sus pacientes nuevos recuerdos de aquellas vidas que nunca tuvieron.
El trabajo de Sigmund Corp. puede llegar a recordar a lo que Lacuna Inc. realizaba en la película Eternal Sunshine of the Spotless Mind. Sin embargo, a diferencia del último, Sigmund Corp. -nótese la referencia a Sigmund Freud, considerado el padre del psicoanálisis- no se dedica a viajar a través de los recuerdos de sus pacientes con el fin de borrarlos, sino de crearlos, de forma que los pacientes puedan obtener nuevos recuerdos -artificiales, eso sí- de la vida que les habría gustado tener.
To the Moon se trata de un RPG de aventuras -tal y como lo describen en su web– que nos llevará a cumplir el último deseo del moribundo Johnny: viajar a la Luna. El problema surge cuando, al preguntarle, Johnny no recuerda la razón por la que su último deseo es el que es. El cometido de los doctores será entonces navegar entre los recuerdos de Johnny, desde los más recientes hasta los más antiguos, para así poder averiguar qué fue lo que lo llevó a querer ir a la Luna. Durante este viaje, y a medida que vayamos indagando en los recuerdos más recónditos, descubriremos nuevos secretos que resultarán ser piezas clave del rompecabezas.
La jugabilidad es sencilla, aunque eso no lo hace menos interesante. La mecánica del juego consiste en explorar cada rincón del escenario en busca de pistas para crear un enlace que nos permita acceder al siguiente recuerdo, a través de un memento. Las acciones resultan tan sencillas de realizar como apuntar y hacer click. To the Moon es un juego al que podemos jugar utilizando únicamente el ratón, ya que muchas de las acciones se encuentran automatizadas. Para movernos de un recuerdo a otro, tendremos que preparar el memento con las piezas que hayamos recogido en el recuerdo en el que nos encontramos. Al preparar el memento, tendremos que resolver un puzzle, el cual resulta bastante sencillo y acostumbra a seguir un mismo patrón en la mayoría de los casos: ser resuelto en el menor número de movimientos posible. Aunque esto no es determinante, ya que independientemente de si lo logramos en 5 o en 20 movimientos, al resolver el puzzle saltaremos al siguiente recuerdo disponible.
A pesar de que su estética recuerde -y mucho- a los clásicos RPG de 16 bits, en To the Moon no nos encontraremos con combates por turnos. Ni con misiones secundarias que extiendan la duración del juego hasta límites insospechados. En To the Moon encontraremos un juego donde la historia es lo que de verdad importa, aunque lo convierta en poco más que en una película interactiva.
El juego se toma ciertas licencias en parodiarse a sí misma -el momento del falso combate por turnos al inicio del juego- o al hacer referencia a otras obras -como a la película The Matrix-, por norma general en clave de humor y siempre a través del personaje de Neil Watts, quien será el encargado de dar esa chispa de comedia que contrasta con el tono general de la historia, algo más dramático.
Pero ni la estética retro, ni su sencillez son lo que hacen que To the Moon realmente merezca la pena. Lo que verdaderamente hace grande a esta pequeña joya es, sin duda alguna, su conmovedora historia y, sobre todo, su emotiva banda sonora. Compuesta por Kan Gao, desarrollador del propio juego, y Laura Shigihara, cada una de las piezas musicales que nos acompañan en nuestro viaje a través de la memoria de Johnny consiguen que empaticemos de forma casi inmediata con los personajes, y nos hacen sentir parte de la historia. To the Moon nos atrapa para no dejarnos escapar durante las 4 horas aproximadas que dura, transportando al jugador por un torrente de emociones que, si tras terminarlo no siente que se le ha metido algo en el ojo, es que está muerto por dentro.
Jarkendia
febrero 29
Creo que ya es hora de subsanar mi error y jugar a esta obra.
Gran texto, Ariane 😀
Ariane Lazaga
febrero 29
Hazlo, no te arrepentirás. 😉