Ayer fueron por fin las dichosas elecciones municipales y para las juntas generales. Por primera vez pude hacer uso de mi derecho a voto y la verdad es que no es para tanto.

En muchos municipios han ganado los mismos de siempre como de costumbre pero las alcaldías de algunos pueblos, como es el caso del mío, han cambiado de manos. Eso se debe a que los nuevos votantes no votan “por costumbre” al que lleva años en el cargo.

La verdad es que no me gusta mucho hablar sobre política ya que, como a mí y a otros muchos jóvenes que conozco, no me interesa demasiado. Pero siempre hay excepciones.

El derecho a voto es un derecho que toda persona tiene y que debe hacer uso de ello, ya que en su mano está decidir quién va a ser el que dirija el destino del lugar en donde vive. Da igual a quién se vote (hombre relativamente; a quien votes será porque quieres que ellos salgan elegidos) pero hay que hacerlo. Si votas y luego no sale elegido el partido al que tú has votado, de acuerdo, puedes quejarte todo lo que quieras porque al menos tú has intentado que saliera el partido que era más de tu agrado. Luego, si no se hace uso de este derecho (ya se que es algo típico que se dice pero es una verdad como un templo) y no acudes a las urnas… Luego no te quejes porque salgan los mismos de siempre, porque tú no has hecho nada para impedir que eso pasase (como votar a otros, por ejemplo). Hay gente que vota al partido que se mantiene en el poder desde hace muuuucho tiempo ya “por costumbre”. Según ellos, si algo va bien no hay por qué cambiarlo y además, si han estado tanto tiempo en el poder no hay por qué cambiar las cosas. Con esa actitud, señores, seguro que no cambia nada. Si las cosas se cambian serán para mejor aunque todo puede pasar. Aunque esta es sólo mi humilde opinión…