Para cambiar un poco la temática del blog, ya que últimamente parecía un poco monotemático con tanto Death Note para arriba Death Note para abajo, he aquí una nueva entrega de esas historias que nos surgían en aquellas divertidisísimas (**ironía**) clases de química inorgánica:

Érase una vez, en una galaxia muy muy lejana, tan lejana que no alcanzaba la línea de bus para ir al Max Center, había un bocadillo que nadie quería comer porque tenía un salami caducado. Un pepino le dijo:

-¡Qué asco das!

Fue entonces cuando el bocadillo contestó:

-¡Cómeme la miga!

El pepino, ofendido, llamó a sus colegas macarras y le lanzó un bate de baseball que reaccionó con el oxígeno del bocadillo presente en aquella galaxia y de la nada apareció Turbante.

Turbante, ya habitual de estas historias, se precipitó por un kaltzio kloruro, dando la opción a las autoras de la saga de hacerla desaparecer de la faz de aquel planeta lejano, llamado simplemente, Patatonia.

Sin embargo, no tardó en aparecer Snape y salvó a joven padawan de morir asfixiada a causa de su propia saliva la cual tenía poderes curativos para los bocadillos con salamis caducados. Entonces, Turbante, presa del kaltzio kloruro, gritó:

-¡Joven padawan! ¡Tráeme una katana inmediatamente! ¡Que quiero matar a Moe!

Cual fue su sorpresa cuando vio que el hidróxido de níquel era anfotero ya que pensaba (que) «no se disolvía». Pero algo se le mete en el agujero del espacio-tiempo y no podía cocinarse macarrones con queso en su portal porque lo prohibía la normativa de la comunidad de frikis del pueblo.

Moe, huyó antes de que las autoras psicópatas lo mataran de nuevo…

Anteriores entregas: apocalípsis con toques frikis, la patata que quería ser pollo.