Lo prometido es deuda. He aquí otra entrega de esas alocadas historias que se nos ocurren a mi compañera, «¡oh su neutralidad!» y a mí en esas divertidísisimas clases de química inorgánica:

Érase una vez en un mundo no muy lejano, una patata que quería ser pollo. Pero la malvada emperatriz pera no entendía cómo un tubérculo podía querer tan semejante estupidez.

Aquella patata llamada Priscilla, dominaba la técnica del ganchillo con la especialidad de patucos multicolor. Lo que no sabía Priscilla era la existencia de un mundo paralelo donde las hamburguesas se comen a las malas personas. Pero no tardaría en surgir un agujero espacio-temporal que permitiría la unión de ambos mundos.

Con la inestimable ayuda de nuestra vieja amiga Turbante, siempre presente en las comidas con su pupila conocida como joven padawan, consiguió vencer a su lado oscuro y convertirse en un Teletubbie.

A partir de aquel suceso, patata fue conocida como Snape, reina de la mazmorra de un divertido pepino. Su sueño de una cálida noche de verano se truncó debido a la malvada pera que se comió todas las existencias de kaltzio kloruro. Aun así, Snape juró vengarse por aquella afrenta y se hizo un bizcocho borracha. Luego, se destruyó el Handbook y nunca se supo más de potenciales redox. Entonces, Hannibal Lecter dijo:

– ¿Cómo te atreves a juzgarme por mis gestos que tantas risas provocan?-

Joven padawan intentó acallar las voces de su trasero con una electrolisis del agua, lo que dio calambres a su ya de por sí sensible bazo.

Turbante, como agente de la TIA en misión secreta, espió a Hannibal con el fin de destapar su oscuro pasajero. Moe, apareció muerto en el interior de un despacho. ¿Quién o qué mató a Moe? Continuará…

Este fue el resultado de otra hora de una de esas clases en las que te gustaría estar haciendo cualquier otra cosa. ¿Y sabéis lo mejor? Hay otra historia preparada aunque con una trama más corta de duración…

¡¡Saludetes!! 😉